Empresa conjunta, coproducción, co-working… son algunas de las características que las empresas modernas están aplicando en su modo de gestión, dejando atrás prácticas antiguas con el propósito de prosperar ante una agitación económica. El contexto mundial ha cambiado y a las organizaciones no les queda de otra que adaptarse o morir.
En el siglo XX, la empresa soñaba con la autosuficiencia, que produjera sola y se impusiera al cliente. En el siglo XXI, es todo lo contrario. Para prosperar, el negocio debe trabajar en conjunto.
El progreso invisible pero muy real en la gestión y la organización le permite al productor ordenar partes o tareas específicas al tiempo que limita el riesgo de retraso o mala calidad.
Los avances más visibles en la tecnología de la información permiten a las empresas detectar clientes y proveedores en el otro lado del mundo o, a veces, justo al lado de ellos, pero previamente ignorados.
Los grupos grandes buscan cada vez más fuera de sus paredes innovaciones que ya no pueden generar internamente. Para pasar del producto al servicio, del servicio a la solución, de la solución a la experiencia, el productor debe cada vez ampliar el alcance de sus socios.
La revolución va más allá al anular todas las oposiciones que cruzan las organizaciones: arriba y abajo, dentro y fuera, pagando y gratis, capital y trabajo.
Aumento del cobot
Anteriormente se temía que el robot reemplazara al hombre y lo expulsara del campo productivo. En las fábricas más modernas, hay muchas máquinas que trabajan solas, pero también hay cada vez más que trabajan con operadores.
Ahora se impulsa el «cobot»; es decir, un dispositivo robótico que manipula objetos en colaboración con un operador humano. En la fábrica, el cobot le da al trabajador más fuerza y más precisión. También le permite trabajar en un ambiente hostil y no es peligroso para él, a diferencia de otras máquinas.
Mayor cooperación
En contacto con el cliente, las empresas compiten. Pero aguas arriba, pueden trabajar juntas, no para establecer precios, sino para desarrollar un nuevo proceso, construir una plataforma, establecer un software estándar libre de diseño. Incluso si eso significa pelear una feroz batalla en igualdad de condiciones. Es «cooperación».
Impulso a la co-construcción
Se trata de la acción pública o social. Una acción llevada a cabo durante mucho tiempo desde arriba, en un enfoque de «arriba hacia abajo», pero cada vez más a menudo construida con aquellos a los que apunta, en «abajo hacia arriba».
Es el reconocimiento de lo obvio. Por ejemplo, la educación no puede limitarse a la acción de un maestro sobre un alumno. Depende de la relación que se establezca entre el alumno (y sus padres) y el profesor. También es el reconocimiento de un mundo cambiante donde todos deben estar más involucrados.
Importancia del co-working
No hay forma de trabajar solo… incluso cuando trabajas solo. Los espacios de trabajo conjunto o co-working comenzaron a surgir para compartir lugar, recursos, durante unas horas, unos días o años. Se aportan ideas, redes y proyectos.
Un auge de la economía colaborativa
Colaboración significa trabajar o arar juntos. La economía colaborativa es una construcción permanente donde todos contribuyen, pequeños o grandes, pagados o gratuitos. Ya no hay individuos pasivos.
La tecnología de la información desempeña un papel esencial, ya que permite organizar la reunión entre la oferta y la demanda a un nivel infinitamente mejor que las organizaciones convencionales.
Mayor codeterminación (o cogestión)
La información circula cada vez más en la empresa, con jerarquías acortadas y cortocircuitos multiplicados en forma de redes sociales. Esta fluidez es preciosa, tanto para hacer que la empresa sea más ágil como para involucrar más a los empleados.
El objetivo es volver a colocar a los empleados en el centro de los procesos de toma de decisiones en la empresa.
El principio de cooperativa
La palabra refleja bien las utopías del siglo XIX y describe lo que está en juego hoy. Cooperar es trabajar juntos (sin el concepto de castigo, presente en la palabra «colaboración»).
El concepto implica un mayor intercambio que la cogestión: ya no se relaciona solo con la información y el poder, sino también con el capital. Las viejas cooperativas a menudo han resultado en una gobernanza densa, incluso ineficaz. Pero para trabajar realmente «todos juntos», su idea de compartir radicalmente tiene un futuro brillante.