Nos vendieron una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) ilegal desde su concepción. Nicolás Maduro se pasó por alto el principio constitucional de que la soberanía reside en el pueblo y de que el pueblo es el único que puede ordenar y aprobar cualquier reforma que se pretenda hacer en la estructura del Estado.
Los artículos 347 y 348 de la Constitución lo establecen claramente, pero el oficialismo reinterpretó la carta magna a su conveniencia, amparados en los criminales del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Ahora pretender crear una Constitución a espaldas del pueblo.
Ese parapeto no cuenta con respaldo popular. Si lo tuviera, hubiesen convocado a un referendo consultivo con una pregunta en la que los venezolanos hubiésemos dicho “Sí” o “No”. O hubiesen organizado una elección de candidatos con bases comiciales que respeten los principios de universalidad y representación.
La elección se hizo el 30 de julio —a pesar de que decenas de Gobiernos del mundo pidieron a Maduro que la cancelaran— y resultaron electas fichas reutilizadas del chavismo, personas sin criterio y más de lo mismo.
La supuesta participación de 8 millones de electores fue otra burla al pueblo, pues ese día los centros de votación estuvieron prácticamente vacíos. Hasta Smarmatic, la empresa creadora de las máquinas, denunció que se trató de una cifra inflada.
Me pregunto por qué no hicieron unas elecciones democráticas y transparentes si tenían tanto apoyo como dicen. A esta hora los resultados completos siguen sin publicarse. Dejan mucho que pensar.
Decían que la ANC traería paz en este clima de protestas. Sin embargo, las acciones y decisiones tomadas hasta ahora han usurpado funciones de otros órganos y han propiciado el resquebrajamiento de la poca institucionalidad que queda. La paz con este esperpento está muy lejos de llegar a Venezuela.
Supuestamente van a potenciar el sistema económico. Ni ellos mismos se lo creen. Han tenido todo el poder durante 18 años, en los que han creado planes en materia económica con la promesa de que “ahora sí”. Solo han beneficiado a unos pocos con la corrupción alarmante. Si de verdad quisieran mejorar la economía, lo hubiesen hecho sin ANC.
Hasta ahora estos constituyentes solo han mostrado una forma grotesca de violentar las normas. El asalto a los espacios del Palacio Federal Legislativo con maniobras cavernícolas de gerenciar en pleno siglo XXI es una muestra de la poca madurez que tiene ese grupúsculo.
El tiempo de duración que se autoimpuso la ANC también preocupa. Durante 2 años tendrán un suprapoder para decidir sobre cualquier tema sin limitaciones. Esto no es síntoma de democracia, y así los han dejado ver otros países que desconocen cualquier acto que emane de tal órgano.
El país está en un completo caos: un presidente desorientado, una Asamblea Nacional y una ANC que chocan en funciones, un Ministerio Público en reestructuración, un Consejo Nacional Electoral vendido y un Tribunal Supremo de Justicia viciado.
Aquí tiene que haber una limpieza a fondo para retomar el camino democrático.
Necesitamos poner cada cosa en su lugar, ordenar y establecer un plan de país que permita el verdadero saneamiento de las instituciones. Solo así se podrá solucionar la crisis de alimentos, de medicinas, de inseguridad y del aparato económico.
Nos urge un Gobierno serio que ofrezca oportunidades de vivir dignamente para que dejemos de ver a venezolanos que abandonan su país en busca de la calidad de vida que aquí no existe.
Foto: cortesía.