Venezuela necesita políticos que recuperen la credibilidad en la política, un nuevo concepto. A diario y en todas partes se ven personas que sienten una especie de asco hacia todo lo que se relaciona con el tema. No se les puede culpar de mostrarse de esa manera, pues se trata de un sentimiento generado por varios años de prácticas erradas.
“La política es muy sucia” se escucha sin cesar. Y en cierto modo, es verdad, ya que se empeñan en mostrarnos esa cara. No obstante, la política también ofrece muchas ventajas. La política manejada en los términos correctos tiene la capacidad de lograr grandes cambios en una sociedad.
En vista del clima de tensión que vive el país, con crisis en la economía, en la salud, en la educación y en todos los aspectos, nos urgen políticos que verdaderamente se muestren preocupados y que trabajen por el bienestar común, más allá de los intereses personales.
Otros países del mundo tienen el privilegio de contar con políticos coherentes, dignos y admirables, que se han sabido ganar el respeto de las personas. Los venezolanos vemos con tristeza un panorama diferente: políticos caracterizados por conductas inadecuadas, marcadas por la violencia discursiva, la mentira y la tergiversación de los hechos.
Desde ambos bandos, el oficialismo y la oposición, requerimos una renovación de los líderes políticos. Nos urgen personas con valores y principios intachables, con genuinas ganas de conseguir el progreso a través de medidas efectivas.
Ya es hora de cambiar los insultos por propuestas concretas para salir del atolladero en el que hemos caído. Llegó el momento de cambiar los negocios turbios por acuerdos que traigan una mejor calidad de vida. Resulta imprescindible cambiar los enfrentamientos sin sentido por un clima cordial que genere tranquilidad en la población.
La buena política busca el bienestar común dejando atrás las diferencias ideológicas. En otras naciones lo hacen. Por ejemplo, hace unas semanas los cinco expresidentes vivos de Estados Unidos se unieron en un evento de recolección de fondos para apoyar a las víctimas de la temporada de huracanes. Los tres demócratas y los dos republicanos dejaron de lado sus enfrentamientos tradicionales porque lo que en realidad importaba era superar la catástrofe.
¿Por qué en Venezuela no ocurre esto? Muchos nos lo preguntamos y lo deseamos. Basta de seguir nadando en un charco de odio, de corrupción, de trampas. Ustedes, señores políticos, son personajes públicos y tienen la obligación de servir de ejemplo para nosotros.
Los invito a manejar un lenguaje digno de gente educada, que eduque y forme a quienes todavía los siguen. No se trata de quién grita más fuerte y quién dice más groserías, sino de quién tiene los pantalones bien puestos para asumir el compromiso de rescatar a los ciudadanos.
En sus manos está la posibilidad de pasar a la historia como personas honorables, o de cargar con la responsabilidad de seguir aumentando el asco de la gente por todo lo que se relaciona con la política. De ustedes depende continuar recibiendo el odio o de comenzar a ganarse el respeto.