El concepto de liderazgo ético va ganando terreno en empresas y otras organizaciones que reconocen su valor. Este liderazgo depende de la actuación bajo estándares morales, con la finalidad de mejorar los diferentes aspectos de la sociedad de forma ética.
Las personas efectivas viven sus vidas y gestionan sus relaciones, no según las prioridades, sino de acuerdo con una serie de leyes naturales, como la equidad, la justicia y la integridad.
En vista de ello, se pueden identificar cuatro niveles de liderazgo centrado en principios, cada uno con un principio central. Sigue leyendo para que conozcas sus características.
Los valores han sustentado la vida, tanto personal como empresarial, durante miles de años, y continúan siendo cruciales en el manejo y conducción de las organizaciones.
Nivel personal
En el nivel de liderazgo personal, el principio central es la confiabilidad. Lo personal se trata de la relación con uno mismo, y la confiabilidad es cuán lejos puedes confiar en los demás.
Depende de dos elementos interrelacionados: tu personaje (cómo eres) y tu competencia (qué tan bueno eres en lo que haces). Ambos aspectos tienen importancia porque en realidad no importa qué tan fuerte sea tu personaje si no eres competente para cumplir lo que prometiste.
Nivel interpersonal
En el nivel interpersonal, el principio central es la confianza. Se trata de las relaciones con los demás, y la confianza se desarrolla a partir de la confiabilidad.
La confianza está en el corazón de cada relación fuerte y exitosa, ya sea personal o empresarial. Por lo tanto, la confianza, o la falta de ella, también sustenta la mayoría de las interacciones humanas.
Nivel gerencial
En el nivel gerencial, el principio central es el empoderamiento. Se trata de cómo trabajas con las personas que administras y, en particular, sobre la potenciación. Cuando confías en las personas, no las controlas ni las supervisas. Como se controlan y supervisan a sí mismos, tienen poder.
Nivel organizacional
En el nivel organizacional, el principio central es la alineación. Se trata de la estructura de toda la organización. Puede ser más fácil pensar primero acerca de una organización en la que no se confía en los empleados, donde existe un control estricto por parte de la administración, supervisión constante y registro, y los empleados tienen que informar con frecuencia lo que están haciendo.
Como resultado, los gerentes no pueden manejar a muchas personas directamente, por lo que el alcance del control es muy pequeño. Por el contrario, una organización en la que se confía a los empleados suele ser plana en lugar de jerárquica y con amplios intervalos de control.
Se confía en los individuos dentro de la organización para que hagan bien su trabajo y sin supervisión constante, por lo que están alineados.
Estos cuatro niveles son interdependientes. Cada uno es necesario pero no suficiente, y es probable que un problema que superficialmente parece estar en un nivel particular deba ser trabajado en los cuatro al mismo tiempo.